Ayer murió Rafael Castillejo. Tuve el placer de conocerlo personalmente y colaborar con él en varias ocasiones.
La depresión que venía acosándolo, agravada por las consecuencias de la pandemia en algunos de sus íntimos, pudo contigo. Es muy posible que un síntoma clave para que dejaras de tener ganas de vivir fuera la tristeza. Para los que te seguíamos en Facebook ya nos lo advertiste hace un año, aproximadamente.
Pude conocerte allá por el 2009, más o menos. Yo comenzaba a publicar y tú eras un polifacético hombre de la Cultura. Cantabas y tocabas en un pequeño grupo de una manera que acariciabas el corazón. Por aquel entonces, en Tertulia Albada se programaban multitud de actos culturales, conciertos, teatro leído, teatro escenificado, tertulias… En algunas de ellas interviniste, Rafael, por pura generosidad y espíritu de colaboración cultural.
Hay muchas personas cuyo poder mediático parece ser sinónimo de cultura; otras, como Rafael, son trovadores de ella, de esa con mayúscula que logra introducirse en cualquier rendija donde se acepte, como una gota de aceite que vaya impregnando, poco a poco pero sin interrupción, el recinto, a todos los que acercan del entorno.
Recuerdo que te conocí por medio de mi amigo Fernando Gracia, buen amigo tuyo con el que mantenías una relación más lejana. Por entonces, seguías engrosando tu Museo virtual, es maravilloso “Desván de los Recuerdos”. Museo virtual sí, pero uno de los más completos y conjuntos de una época que se trasladaba desde los principios del siglo XX hasta finales del mismo. Zaragoza, las vivencias de la época, juguetes, postales, tebeos, monumentos, personas, acontecimientos… Casi todo lo interesante de esa época está condensado en tu excepcional Museo. Solo por la creación de este magnífico “Desván”, deberías ser uno de los grandes hombres de la Cultura zaragozana a pesar de tu sencillez y humildad.
Pero no solo eras músico, “chansonier”, actor, presentador, archivero…, también eras escritor y un magnífico articulista que colaboraste en “Artes y Letras”; autor de “Recuerdos Compartidos–Memorias de un niño nacido en los cincuenta”, “Días de frío y guirlache” o “Memoria sentimental de las Fiestas del Pilar”.
Eras uno de los animadores de la Cultura zaragozana que contribuía, con su generoso esfuerzo, a salvo siempre de planteamientos materiales, a dinamizar el, a veces, paupérrimo horizonte cultural, repleto de poetas del “gay trinar” como decía Machado. Como en muchas ocasiones, equivocamos distinciones y oropeles dejando de lado a personas como Rafael Castillejo, trovador del recuerdo, animador infatigable de la cultura, conservador del fuego perdurable del pasado, necesario para que el futuro pueda llegar y hacerlo mejor.
Descansa en paz, Rafael. Seguramente, moriste sin ganas de seguir viviendo. Espero que tu monumental obra, minusvalorada en muchas ocasiones, te reconozca como una de las personas que trabajó para que perviviera la Cultura en su tierra.
Artículo copiado de Carlos Tundidor
