Estas fotos recogen momentos entrañables para los que fuimos a disfrutar de la esplendorosa naturaleza que bordea el Canal del Midi, y, para aquellos que no fueron, para que comprueben que es una estupenda forma de pasar una semana de vacaciones.
Iniciamos nuestra aventura ciclista en Toulouse, una mañana lluviosa y que, en algún momento, nos hizo dudar el empezar a darle a los pedales. Nos íbamos del Albergue de Toulouse con un mal recuerdo de la efímera cena que nos pusieron y de una agradable tarde en la que pateamos todo el centro de la ciudad, paseamos en un Tío Vivo e hicimos “un concurso de chupadas” ¿Recordáis, chicos?.
Después de 45 k. aproximadamente, llegamos a Avignotet, en donde nuestro apoyo logístico, Lumi, M.ª Ángeles Barreda, Montse, Rafi y M.ª Ángeles, habían inspeccionado el terrero y localizado una joyica de camping, así como un Hotel para las sibaritas del grupo: Pepa y Montse. Aquella fue una tarde de relax, charla, masajes, tranquilidad y paseo por el pueblo.
Un problema: los franceses callan a las 22 h., momento en el que nosotros tenemos el cuerpo de jota. Al principio nos costó un poquito, después nos acostumbramos.
La meta del segundo día estaba en Carcasonne, después de 60 k. en los que descubrimos que, parte del camino estaba irregular y cuajado de troncos y raíces. Si algo hay que señalar del recorrido es el tesón que demostró Mª Ángeles, la de Madrid, ya que los últimos 30 k. fueron para ella una prueba de resistencia frente a las adversidades. ¡¡Felicidades!!.
Esa noche nos vimos recompensados con la magnífica cena que nos ofrecieron en el Albergue y con la sorpresa de que a Beatriz le habían atacado las amígdalas, esas enemigas de la carne creciendo que aprovechan cualquier debilidad para hacerse presentes. El combate duró 24 duras horas y un periplo de paños de agua, frotes de alcohol y visita a la Seguridad Social francesa.
El tercer día descansamos en Carcasonne y fue totalmente turístico. Lo más sorprendete: la magnífica vista de la ciudad medieval desde el puente de acceso y las vidrieras de la Iglesia de San Nazaret.
Otros 50 k. aproximadamente nos separaban de la meta de la tercera etapa. Por aquello de probar, a la primera parte se apuntaron Rafi y M.ª Ángeles. Se portaron como unas campeonas, aunque se retiraron demasiado pronto. Terminamos en el camping de Pepieux, cuyo gestor, todo amabilidad, nos ofreció colchones y una roulotte para que durmiese Montse. Los chicos y los no tan chicos, disfrutaron de un excelente baño en el lago.
La cuarta etapa nos acercó a Homps. En esta etapa comenzaron las bicicletas a protestar. El primer pinchazo pilló a la incauta a unos kilómetros del taller de reparaciones y en la inopia, ya que después de desfondarse dándole a los pedales para avanzar mínimamente, comprobó que la rueda iba pinchada hacía varios kilómetros. Menos mal que el móvil permitió emitir el SOS y que Lucas y Blas, con su taller portátil, la socorriera.
De todo el viaje recordaremos lo bien que se comportaron los adolescentes, la protección demostrada por los caballeros ciclistas, la generosidad de Lumi para compartir y prepararnos la comida para la llegada, así como el esfuerzo de Montse, Mª Ángeles, M.ª Ángeles Barreda y Rafi, por hacernos fácil nuestra particular “carrera ciclista”, sin olvidar el acierto que tuvieron todas ellas en encontrar un precioso restaurante a la orilla del canal, con música francesa en directo para despedir la experiencia. Y, por supuesto, el empeño, las ganas, la ilusión y la energía de Pepa.
¡¡PACO, JOSÉ LUIS, VÍCTOR, JESÚS, JOSÉ ENRIQUE, LUMI, M.ª ÁNGELES, MONTSE, PEPA, M.ª ÁNGELES, RAFI, BEATRIZ, AURORA, ESTRELLA, IRIS, PABLO!!
¿ADÓNDE IREMOS EL AÑO QUE VIENE?