HOMENAJE A MARCOS ANA, POETA ANTIFASCISTA 25-27 DE ABRIL DE 2.014.
TERTULIA ALBADA
Participantes:
Paco, Lumi, Mariano G., Hortensia P., Mariano C., Matilde, Tomás, Maite,
Carlos, Nieves, Pedro, Antonio, Ana A., Pilar V., Isabel L., María José,
Chamela, Gloria, Mariano V., Jesús, Ángel L., Pilar V.
La salida fue temprana, a las 6,45 ya estábamos en
marcha a pesar del fresco (4ºC). La parada en Covarrubias, excelente prólogo
del que sería el viaje. Llegada a Burgos a la hora en punto salvando un ligero y alegre
desliz de nuestros amigos madrileños. Entramos al Museo de la Evolución Humana
con un ligero preámbulo guiado. Tanto el propio edificio como el contenido
valen la pena. El retorno a las calles a las 14 horas, con un sol alegre.
Se
imponía el homenaje al poeta republicano Marcos Ana, símbolo viviente (94 años
muy bien llevados y perfectamente lúcidos) del antifascista consecuente. 21
años seguidos en prisión. Un reportaje efectuado en su casa de Madrid por
Mariano Vara nos servirá de inicio. Unos libros, “Decidme cómo es un árbol”
firmados por el autor con el nombre de cada uno de nosotros nos servirá de
soporte. Una banderita republicana como fondo en un paisaje simbólico: los
montes de Estépar. Estos montes, cercanos a Burgos, son una inmensa fosa común
de más de 1.000 republicanos asesinados por los fascistas en la postguerra.
Unos
versos leídos por todos y unas palabras de presentación dichas por Carlos
sirven de sentido homenaje a una persona buena, valiente, consecuente y con
un sentido exacto de la justicia. ¡Gracias, Marcos Ana, por tu ejemplo!
Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto del ríocuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire…
… La tierra no es redonda:
es un patio cuadradodonde los hombres giran
bajo un cielo de estaño…
Vuelta a Burgos y tarde libre para pasear por el
casco de la ciudad. A eso de las 19,30 salimos hacia la meta que será nuestro
alojamiento: “el Molino del Alto Ebro” en Polientes (Cantabria), pegado a la
raya con Burgos. A las 20,30 llegamos a la posada con encanto que, creo,
encantó a todos. Distribución por apartamentos y plantas. Después, cena en los
propios comedores y una charrada en el lugar que sirve de punto de reunión del
Molino, viendo pasar por debajo las aguas de un ramal del Ebro.
Desayuno
el sábado y tímidos comienzos del sol. Hoy disfrutaremos del recorrido del
agua”. Empezaremos por Orbaneja del Castillo y los ¡oh! de admiración son
continuos, seguiremos por el Mirador del Ebro con sus meandros, sus hoces y cortados,
iremos a Pesquera, el pueblo con la mayor densidad de escudos nobiliarios de
España. Se hace la hora de comer y tenemos la suerte de que nos caiga un ligero
“chaparrazo” justo cuando estamos debajo de un gran toldo. Se aprovecha para
comer debajo de él con los bocatas del bar y las bebidas consiguientes. Estamos
en Covanera. Luego del chirimiri que nos ha refrescado, sale de nuevo el sol
para alegría de todos. Caminamos hacia el “Pozo Azul”, surgencia Kárstica a la
manera de “la Fuentona” soriana con más de quince metros de profundidad en el
pequeño y precioso lago y 12 kilómetros de recorridos por galerías. Acabamos en
Tubilla del Agua con sus cascadas y continuos chorros de agua por dondequiera
que se pise. Son los dominios del Rudrón, río tributario del Ebro que también
forma espectaculares hoces. Los ¡oh! de admiración y agrado, además del paisaje
fresco y verde primaveral, son celebrados por todos.
Tornamos al Molino adonde llegamos, después de haber
dado una vuelta por Polientes, población del Concejo de Valderrible, sobre las
siete de la tarde. Hay quien se dirige al baño turco, quien a la zona
de cafetería, quien aprovecha para leer hasta llegar la hora, quien…; a las nueve
caminamos en alegre tropel al comedor (incluyendo Pilar V.) para cenar. La faena, a pesar de
que en los entrantes verdes el bacalao era un bien escaso (al igual que las
verduritas asadas), se arregla lo suficiente si se analiza el conjunto al completo incluyendo croquetas, morcilla cántabra,
algo de crema de verduras, y unos segundos a base de lubina o solomillo
ibérico. La medianoche cae y la hora de las brujas
se confunde con la de recogida.
El
domingo nos amanece con un día esplendoroso. El desayuno ha mejorado sobre el del día
anterior: a las raciones de croissant, galletas, tímidas bandejas de pan
tostado, café que llega, que no llega, pero que al final ha llegado a todos,
huevo con “beicon”, bandejas con queso y jamón york, mermelada y mantequilla,
se agregan platos de jamón y platos de riquísimos “sobaos” artesanos, además de
que las bandejas de pan tostado ya no son tan tímidas. Despedida cordial por
parte de Arturo, el alcaide de la venta. Sobre las diez nos marchamos con un
excelente sabor de boca por haber conocido este lugar.
Comenzaremos
el recorrido de la piedra y el agua. Primero, después de un recorrido por
montes de hayas, alcanzaremos Puentedey son su puente natural sobre el río
Nela. Es espectacular el arco y el pueblo. El recorrido por el circuito es
amable y reposado. Desistimos de ir a la cascada “la Meá”. Si vamos, aunque sea
solamente un recorrido de 15 minutos nos retrasará mucho lo demás.
Enfilamos
hacia Medina de Pomar, capital de las merindades. Jesús nos aporta la
inestimable ayuda, además de su compañía, de su “sapiencia” puesto que, en la
práctica, es hijo de la zona. Visitamos
el casco de Medina y el Palacio de los Condestables con su Museo de las
Merindades. A las dos en punto vamos buscando el arroz y lo demás del
Restaurante Martínez en la calle San Francisco. Se le llama para que eche el
arroz y esté a punto. A pesar de eso no las tiene todas consigo la “Organiseision”.
Desechamos temores. La paella estaba en su punto y exquisita, la menestra de
verduras sabía a gloria (a la del cielo). De segundo un enorme escalope con
pimientos, patatas y un par de croquetas especialidad de la casa, y para otros
la considerable porción de una merluza respetable con guarnición enviaron al
traste línea y figura apolínea de nuestros cuerpos. Al decir de todos estaba
todo fetén. De postre, tarta de la casa, helado y una porcioncilla de nata
acabaron por dar la puntilla al espectáculo de los cuerpos serranos venidos a
menos.
Faltaba
la guinda del pastel: Frías, la población con rango de ciudad más pequeña de
España. El espectáculo de su puente medieval sobre el Ebro, con 143 metros de
largo y torre porticada en el centro, sus casas espectaculares arracimadas en
la muela rocosa, y el imponente castillo con su torre del homenaje fueron causa
de que a más de uno se le cortara la respiración y el habla. Visita a la
“ciudad” y al castillo. Con las retinas bien cargadas todavía alcanzamos el
pequeño pueblo de Tobera de Frías, distante como a 4 kilómetros y con río
Molinar brincando desde la cercana ermita hasta el pueblo en una serie de cinco
cascadas contempladas en un paseo de cinco minutos bajando hacia el pueblo.
Después
de eso despedidas cordiales, abrazos, besos y coches en marcha. Todavía Ángel y
Pilar se quedarán en la zona ya que no tienen prisa y llevan la casa a cuestas.
El resto hacia Zaragoza, la mayoría, y hacia Madrid la minoría. En torno a las
diez de la noche harán su entrada triunfal en sus respectivos lugares con las
pilas bien cargadas y a la espera de otras ocasiones en donde la cordialidad y
la amistad se den cita.
Un abrazo a todos y de todos.