The Hill We Climb
La colina que subimos
El pasado miércoles, Amanda Gorman se convirtió en la poeta más joven en leer en una investidura presidencial recitando su poema "The Hill We Climb" (La colina que subimos) en la toma de posesión de Joe Biden.
Socióloga y activista, con tan solo 14 años ya formaba parte de WriteGirl, una organización sin fines de lucro que tiene como misión empoderar a las adolescentes a través de la escritura creativa. En 2014 fue nombrada como la primera Poeta Juvenil Laureada de Los Ángeles. Un año más tarde publicaba su primer libro de poesía, The One for Whom Food Is Not Enough. En 2017, era también nombrada primera Poeta Juvenil Laureada Nacional de Estados Unidos y en 2020, se graduaba en Sociología por la Universidad de Harvard.
Gorman concluyó el
poema la noche del día 6 de enero, tras ver horrorizada el asalto al Congreso. “La
poesía es un arma, un instrumento para el cambio social”, comentó la mañana del
miércoles a la cadena nacional CBS. Sus versos están llenos de los problemas
que agobian a su generación, la marginalidad de las minorías, el cambio
climático, la falta de igualdad económica o el racismo. Esta es la traducción
del poema:
Señor Presidente, Doctora Biden, Señora Vice Presidenta, Señor Emhoff, compatriotas estadounidenses y mundo entero:
Cuando llegue el día
y nos preguntemos,
¿dónde podemos encontrar la luz
en esta sombra de nunca acabar?
La pérdida que sobrellevamos.
Un mar que debemos vadear.
Tuvimos que hacer frente
al vientre de la bestia.
Hemos aprendido que la tranquilidad
no es siempre sinónimo de paz.
Y las normas y las nociones de lo que es justo
no siempre es así de justo.
A pesar de esto, el amanecer nos adelanta sin saberlo.
De alguna manera lo hacemos.
De alguna manera hemos aguantado
y visto una nación que no está quebrantada
sino simplemente por ser completada.
Nosotros, los sucesores de un país.
En un momento en el que una chica negra y flaca,
descendientes de esclavos,
y criada por una madre soltera,
puede soñar con convertirse en presidente
solo para encontrarse a sí misma declamando por una.
Y sí, estamos
lejos de estar refinados
lejos de ser inmaculados
pero eso no quiere decir
que nos esforzamos por formar una unión que sea perfecta.
Nos esforzamos por forjar nuestra unión con propósito.
Para componer un país comprometido con toda cultura,
color, carácter y condición del ser humano.
Y así levantamos nuestras miradas,
no a lo que se interpone entre nosotros
pero a lo que está delante de nosotros.
Eliminamos la brecha
porque sabemos que para poner nuestro futuro primero,
primero tenemos que poner nuestras diferencias a un lado.
Dejamos el armamento,
para extender sin impedimento nuestros brazos el uno al otro.
Perjudicar a alguien, no pretendemos,
sino harmonía queremos.
Dejemos este mundo
si no hay más que decir que esto es cierto.
Que aun cuando nos afligimos, crecimos.
Que aun cuando nos dolía, esperanza teníamos.
Que aun cuando nos cansábamos, lo intentábamos.
Que siempre estaremos unidos y victoriosos.
No porque nunca más conoceremos la derrota,
sino porque nunca volveremos a sembrar división.
Las Escrituras nos pide tener esta visión
que todo el mundo se sentará
bajo su propia vid e higuera
y nadie les hará temer.
Si vamos a estar a la altura de nuestro tiempo,
entonces la victoria no estará en el acero
sino en todos los puentes que hemos hecho.
Esa es la promesa de lo mejor.
La colina que subimos.
Si tan solo nos atreviéramos.
Porque ser estadounidense
es más que un orgullo que heredamos.
Es el pasado en el que nos adentramos
y de cómo lo reparamos.
Hemos visto una fuerza
que destrozaría nuestra nación
en lugar de unirla,
destruiría nuestro país
si eso significaba retrasar la democracia.
Y este esfuerzo casi tuvo éxito
pero mientras que la democracia puede ser retrasada periódicamente,
nunca puede ser derrotada permanentemente.
En esta verdad,
en esta fe,
es en la que confiamos.
Porque mientras tengamos los ojos puestos en el futuro,
la historia tiene los ojos puestos en nosotros.
Esta es la era de justa redención.
La temimos en su comienzo.
No nos sentíamos preparados
para ser los herederos
de una hora tan aterradora
pero dentro de ella
encontramos el poder
para un nuevo capítulo, componer
y esperanza y risas ofrecer
a nosotros mismos.
Así que, mientras nos preguntamos,
¿cómo podríamos prevalecer sobre la catástrofe?
Ahora afirmamos,
¿cómo podría la catástrofe prevalecer sobre nosotros?
No marcharemos de vuelta a lo que era
sino a lo que será.
Un país que está herido pero íntegro,
benévolo pero enérgico,
feroz y libre.
No nos harán volver,
ni detendrá la intimidación
porque conocemos nuestra inacción.
Y la inercia será la herencia de la próxima generación.
Nuestros grandes errores se convierten en sus angustias
pero una cosa es segura.
Si unimos la misericordia con el poder
y el poder con derecho,
entonces el amor se convierte en nuestro legado,
y el cambio, el derecho de nacimiento de nuestros hijos.
Así que dejemos atrás a un país
por uno mejor del que nos dejaron.
Con cada respiración
de mi pecho forjado de bronce,
levantaremos este mundo herido para ser uno extraordinario.
Nos levantaremos de las colinas doradas del oeste.
Nos levantaremos del viento barrido del noreste
donde nuestros antepasados idearon por primera vez la revolución.
Nos levantaremos de las ciudades rodeadas de lagos.
de los estados del medio oeste.
Nos levantaremos desde el sur que arde por el sol.
Reconstruiremos, reconciliaremos y nos recuperaremos.
Y cada espacio de nuestra nación
y cada rincón de nuestro país,
nuestra gente diversa y hermosa
saldrá maltrecha pero hermosa.
Cuando llegue el día,
saldremos de la sombra
en llamas ardiendo y sin miedo.
El nuevo amanecer florece mientras lo liberamos.
Porque siempre hay luz,
si tenemos el valor de verla.
si tenemos el valor de serla.