Adiós a Nicanor Parra
Epitafio
De estatura
mediana,
Con una voz
ni delgada ni gruesa,
Hijo mayor
de profesor primario
Y de una
modista de trastienda;
Flaco de
nacimiento
Aunque
devoto de la buena mesa;
De mejillas
escuálidas
Y de más
bien abundantes orejas;
Con un
rostro cuadrado
En que los
ojos se abren apenas
Y una nariz
de boxeador mulato
Baja a la
boca de ídolo azteca
-Todo esto
bañado
Por una luz
entre irónica y pérfida-
Ni muy listo
ni tonto de remate
Fui lo que
fui: una mezcla
De vinagre y
aceite de comer
¡Un embutido
de ángel y bestia!
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A los 103 años ha muerto este martes el poeta, matemático,
físico y académico chileno, siempre en busca del conocimiento. Gracias a sus
versos fue reconocido con el Premio Cervantes: "¿Esperaba este premio,
¿no?... Los premios son para los espíritus libres y para los amigos del
jurado... ¿Soy acreedor de este premio? Claro que sí. Por un libro que estoy
por escribir".
Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,No por simple capricho de poeta: Por su aspecto de plaza de provincia. ¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros, Ella una joven pálida y sombría. Al volver una tarde del Liceo Supe de la su muerte inmerecida, Nueva que me causó tal desengaño Que derramé una lágrima al oírla. Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera! Y eso que soy persona de energía. Si he de conceder crédito a lo dicho Por la gente que trajo la noticia Debo creer, sin vacilar un punto, Que murió con mi nombre en las pupilas. Hecho que me sorprende, porque nunca Fue para mí otra cosa que una amiga. Nunca tuve con ella más que simples Relaciones de estricta cortesía, Nada más que palabras y palabras Y una que otra mención de golondrinas. La conocí en mi pueblo (de mi pueblo Sólo queda un puñado de cenizas), Pero jamás vi en ella otro destino Que el de una joven triste y pensativa Tanto fue así que hasta llegué a tratarla Con el celeste nombre de María, Circunstancia que prueba claramente La exactitud central de mi doctrina. Puede ser que una vez la haya besado, ¡Quién es el que no besa a sus amigas! Pero tened presente que lo hice Sin darme cuenta bien de lo que hacía. No negaré, eso sí, que me gustaba Su inmaterial y vaga compañía Que era como el espíritu sereno |
Que a las flores domésticas anima. Yo no puedo ocultar de ningún modo La importancia que tuvo su sonrisa Ni desvirtuar el favorable influjo Que hasta en las mismas piedras ejercía. Agreguemos, aún, que de la noche Fueron sus ojos fuente fidedigna. Mas, a pesar de todo, es necesario Que comprendan que yo no la quería Sino con ese vago sentimiento Con que a un pariente enfermo se designa. Sin embargo sucede, sin embargo, Lo que a esta fecha aún me maravilla, Ese inaudito y singular ejemplo De morir con mi nombre en las pupilas, Ella, múltiple rosa inmaculada, Ella que era una lámpara legítima. Tiene razón, mucha razón, la gente Que se pasa quejando noche y día De que el mundo traidor en que vivimos Vale menos que rueda detenida: Mucho más honorable es una tumba, Vale más una hoja enmohecida. Nada es verdad, aquí nada perdura, Ni el color del cristal con que se mira. Hoy es un día azul de primavera, Creo que moriré de poesía, De esa famosa joven melancólica No recuerdo ni el nombre que tenía. Sólo sé que pasó por este mundo Como una paloma fugitiva: La olvidé sin quererlo, lentamente, Como todas las cosas de la vida. |
No creo en la vía pacífica
no creo en la vía violenta
me gustaría creer
en algo pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea.
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