Asociación Cultural, que tiene como objetivo fundamental una mejor comunicación entre las personas
Inauguración Tertulia
27 diciembre 2018
24 diciembre 2018
15 diciembre 2018
12 DE DICIEMBRE DE 2018, DE NUEVO LA PARCA.
Pudo ser alrededor del mayo del 68 cuando te conocí. Por entonces, las
servidumbres de la clandestinidad en las células del Partido imperaban.
La abundante barba, igual entonces que mucho después, delataba tu
carácter: enérgico, trasparente, minucioso, tierno en los momentos
necesarios...
La clandestinidad pasó a medias y seguimos encontrándonos en un proyecto ilusionante por un tiempo, pero que pronto se encontró con muros: crear una Federación de Técnicos de CC.OO. La política seguía su curso, ahora ya en aguas de la que se llamaba Transición, y nos encontramos de golpe, sería en el 79 y en el 80, con temas necesarios que nos imponía la democracia en el propio Partido Comunista.
Éramos jóvenes y el egoísmo no anidaba en nuestros corazones, en el tuyo creo que no lo hizo nunca. La cooptación, la pirámide jerárquica, eso que se llamó centralismo democrático, eran términos que deseábamos liquidar. La democracia interna en ese partido al que se le nombraba con mayúscula por entonces, no se colaba por las rendijas y los popes del aparato se encargaron de hacérnoslo saber. A ti, a mí, y a dos docenas de jóvenes que la pedíamos a gritos.
Y, tristes, esa veintena de hombres jóvenes, tú entre ellos, dijeron adiós a una pertenencia política de años y, la mayoría, idearon esa tertulia itinerante que hablaba de proyectos, de posibilidades, de situaciones, de utopías. Una tertulia viajera por bares y trastiendas de los viernes. Al fin, ese grupo se constituyó en Tertulia, ahora con mayúscula, y de apellido le pusimos Albada. Aquello comenzó entre el 81 y el 82 y todavía sigue.
En tu caso, seguiste con la militancia en CC.OO. siendo ejemplo en tu empresa, Mecanización SA. Jefe de mantenimiento en la empresa, en una fundición de las grandes de Aragón, respetado por todos los trabajadores, fueran de Comisiones o de otra sindical. Y respetado también, por tu congruencia, honestidad y por tu palabra de un solo filo, por la dirección.
Allí, por cuestiones de trabajo, nos volvimos a encontrar. En mi caso, ofreciendo posibles soluciones y en el tuyo comparándolas y ejerciendo de comprador limpio y transparente.
La empresa, por razones diversas, hizo aguas y, después de haber peleado como nadie para intentar reflotarla, te surgió un nuevo proyecto, de más envergadura incluso: Casting Ros en Utrillas. Y allá te fuiste a ponerla en marcha desde tu sapiencia de ingeniero. Y allí nos vimos de nuevo. Imponía la fábrica, los calderos de hierro ardiente cruzaban a cinco metros por encima. Docenas de veces la traspasé, la recorrí a tu vera. Creo que esta conjunción y tu saber hacer, se tradujo en multitud de pequeñas y mejores soluciones para la planta.
Necesitabas más terreno, más espacio cultural y militante. En Utrillas eras un referente en lo tocante a derechos, a militancia de gente de a pie, y se cruzó en tu camino otra oportunidad: Utedeza, la gran depuradora de Zaragoza. Hacia 1993 se presentó la oportunidad de volver a Zaragoza como jefe de mantenimiento. Y aceptaste. La casualidad volvió a cruzarse entre los dos: toda la motorización de la planta era de la marca francesa que yo representaba. Y volvimos a vernos, aprovechamos mis frecuentes visitas para recorrer las instalaciones mientras los acontecimientos políticos, las actuaciones de la izquierda, los errores o los aciertos, servían de plática entre nosotros. La instalación era, y es, enorme, con poco margen financiero desde el principio, y tú te las tenías que ingeniar para que funcionara sin paradas, con céntimos en vez de con euros.
Tuviste la ocasión y te prejubilaste. Cambiaste un 40 por ciento de tu salario cotizado en treinta y tantos años por la necesidad de espacio vital. Por la posibilidad de viajar, de ejercer la actividad de pleno derecho en las situaciones que tu conciencia veía como negativas. Y te volcaste en organizaciones que combatían argumentando ese neoliberalismo que tantas carencias e injusticias nos ha traído.
Seguías involucrado en tu Tertulia, en esa Tertulia Albada a la que no has dejado de apoyar ni un solo día de tu vida. Y continuamos con proyectos. En nuestra Tertulia, además de tus conferencias, con un grupo de teatro en el que participaste, activamente, durante 6 o 7 años. Fuiste Moisés en “El viejo Testamento según San Clown, y Jesús en el nuevo, el primer atracador en “Atraco a la una”, Quevedo en “el siglo de Oro tabernario”, Cristóbal en “Los diamantes de Puerto Banús”, el Gobernador Don Sancho en “La ínsula de Barataria”, Don Bienvenido en “La reja” y…
Y ahora te has ido, en un día radiante de este otoño que comienza a ser invierno.
Viste caminar a la Muerte hacia ti hace algunos meses, y la aguantaste a pie firme, con esa “miaja” de retranca aragonesa que dulcificaba tu seriedad. Ahora, tus hijas, aquellos que te quieren, que son muchos, tus compañeros de Albada, yo entre ellos, escucharemos doblar las campanas de nuestros corazones.
guardaremos en el corazón. Allí, muy dentro de nosotros, no te habrás muerto nunca; cuando pensemos en ti, te rescataremos de esa Parca a la que no tuviste miedo y miraste de frente. En fin, Demetrio, no es un adiós definitivo, es un “hasta luego”. Descansa en paz en nuestros corazones.
La clandestinidad pasó a medias y seguimos encontrándonos en un proyecto ilusionante por un tiempo, pero que pronto se encontró con muros: crear una Federación de Técnicos de CC.OO. La política seguía su curso, ahora ya en aguas de la que se llamaba Transición, y nos encontramos de golpe, sería en el 79 y en el 80, con temas necesarios que nos imponía la democracia en el propio Partido Comunista.
Éramos jóvenes y el egoísmo no anidaba en nuestros corazones, en el tuyo creo que no lo hizo nunca. La cooptación, la pirámide jerárquica, eso que se llamó centralismo democrático, eran términos que deseábamos liquidar. La democracia interna en ese partido al que se le nombraba con mayúscula por entonces, no se colaba por las rendijas y los popes del aparato se encargaron de hacérnoslo saber. A ti, a mí, y a dos docenas de jóvenes que la pedíamos a gritos.
Y, tristes, esa veintena de hombres jóvenes, tú entre ellos, dijeron adiós a una pertenencia política de años y, la mayoría, idearon esa tertulia itinerante que hablaba de proyectos, de posibilidades, de situaciones, de utopías. Una tertulia viajera por bares y trastiendas de los viernes. Al fin, ese grupo se constituyó en Tertulia, ahora con mayúscula, y de apellido le pusimos Albada. Aquello comenzó entre el 81 y el 82 y todavía sigue.
En tu caso, seguiste con la militancia en CC.OO. siendo ejemplo en tu empresa, Mecanización SA. Jefe de mantenimiento en la empresa, en una fundición de las grandes de Aragón, respetado por todos los trabajadores, fueran de Comisiones o de otra sindical. Y respetado también, por tu congruencia, honestidad y por tu palabra de un solo filo, por la dirección.
Allí, por cuestiones de trabajo, nos volvimos a encontrar. En mi caso, ofreciendo posibles soluciones y en el tuyo comparándolas y ejerciendo de comprador limpio y transparente.
La empresa, por razones diversas, hizo aguas y, después de haber peleado como nadie para intentar reflotarla, te surgió un nuevo proyecto, de más envergadura incluso: Casting Ros en Utrillas. Y allá te fuiste a ponerla en marcha desde tu sapiencia de ingeniero. Y allí nos vimos de nuevo. Imponía la fábrica, los calderos de hierro ardiente cruzaban a cinco metros por encima. Docenas de veces la traspasé, la recorrí a tu vera. Creo que esta conjunción y tu saber hacer, se tradujo en multitud de pequeñas y mejores soluciones para la planta.
Necesitabas más terreno, más espacio cultural y militante. En Utrillas eras un referente en lo tocante a derechos, a militancia de gente de a pie, y se cruzó en tu camino otra oportunidad: Utedeza, la gran depuradora de Zaragoza. Hacia 1993 se presentó la oportunidad de volver a Zaragoza como jefe de mantenimiento. Y aceptaste. La casualidad volvió a cruzarse entre los dos: toda la motorización de la planta era de la marca francesa que yo representaba. Y volvimos a vernos, aprovechamos mis frecuentes visitas para recorrer las instalaciones mientras los acontecimientos políticos, las actuaciones de la izquierda, los errores o los aciertos, servían de plática entre nosotros. La instalación era, y es, enorme, con poco margen financiero desde el principio, y tú te las tenías que ingeniar para que funcionara sin paradas, con céntimos en vez de con euros.
Tuviste la ocasión y te prejubilaste. Cambiaste un 40 por ciento de tu salario cotizado en treinta y tantos años por la necesidad de espacio vital. Por la posibilidad de viajar, de ejercer la actividad de pleno derecho en las situaciones que tu conciencia veía como negativas. Y te volcaste en organizaciones que combatían argumentando ese neoliberalismo que tantas carencias e injusticias nos ha traído.
Seguías involucrado en tu Tertulia, en esa Tertulia Albada a la que no has dejado de apoyar ni un solo día de tu vida. Y continuamos con proyectos. En nuestra Tertulia, además de tus conferencias, con un grupo de teatro en el que participaste, activamente, durante 6 o 7 años. Fuiste Moisés en “El viejo Testamento según San Clown, y Jesús en el nuevo, el primer atracador en “Atraco a la una”, Quevedo en “el siglo de Oro tabernario”, Cristóbal en “Los diamantes de Puerto Banús”, el Gobernador Don Sancho en “La ínsula de Barataria”, Don Bienvenido en “La reja” y…
Y ahora te has ido, en un día radiante de este otoño que comienza a ser invierno.
Viste caminar a la Muerte hacia ti hace algunos meses, y la aguantaste a pie firme, con esa “miaja” de retranca aragonesa que dulcificaba tu seriedad. Ahora, tus hijas, aquellos que te quieren, que son muchos, tus compañeros de Albada, yo entre ellos, escucharemos doblar las campanas de nuestros corazones.
guardaremos en el corazón. Allí, muy dentro de nosotros, no te habrás muerto nunca; cuando pensemos en ti, te rescataremos de esa Parca a la que no tuviste miedo y miraste de frente. En fin, Demetrio, no es un adiós definitivo, es un “hasta luego”. Descansa en paz en nuestros corazones.
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