‘Bendita’ Pandemia
En tiempo de confinamiento
La paranoia y el miedo / no son, ni serán el modo, / de esta
saldremos juntos / poniendo codo con codo. Jorge Drexler
“La primera hora es el nacimiento de la luz. Comienza cuando
las tinieblas se empiezan a disipar y acaba justo antes de que el disco solar
se presente. Una hora duradera aún sin un inicio claro. Igual de promisoria en todas
las estaciones del año, es más cristalina en el invierno y algo más vital en
los meses de verano. El tiempo se reactiva en ella lento pero inexorable. Su
luz es tenue y del color de la lavanda. No existen sombras a esta hora, por
ello, la textura de la materia es suave y aterciopelada, sin brillos, se acerca
al tacto. La visión de la realidad se hace poco a poco plena, parece que todo
lo visible vuelve a renacer. En los interiores de las casas sólo una ligera
claridad anuncia el día. Es el momento en el que mejor se percibe el tránsito
entre lo opaco y lo transparente. El aire poco a poco se aligera…”.
“Esta hora empieza en el instante en que desaparece el disco
solar y se mantiene hasta que cesa la claridad. Es consistente en todas las
estaciones del año, aunque al acercarse el verano su extinción se hace tan
lenta que no se sabe con seguridad si acabará. Por ella pasa el tiempo con
tranquilidad. No hay sombras a esta hora, sólo quedan gradaciones entre la
claridad y la oscuridad. La textura de la materia es suave y sedosa, las
aristas desaparecen con esta iluminación. En los interiores sólo se percibe un
eco de la luz que no es capaz de alumbrar. La visión se serena al haberse
extinguido la rudeza del contraste. Todo es extrañamente opalescente como
consecuencia de la escasa luminosidad”.
La luz del sol, de Álvaro Galmés Cerezo,
Pre-Textos.
Fotos de Christopher Markisz y Brian Snyder
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