Y llegó la tercera y última fase de la desescalada
Krishna Kumar Singh
Hemos pasado casi
tres meses encerrados, animados a aplaudir en las ventanas. Los medios nos han
transmitido la imagen de una epidemia grave, pero en el fondo lejana y ahora nos
invitan a salir y “disfrutar” de la nueva normalidad alegre y confiada, pues el
verano está a la vuelta de la esquina. Y que se sepa, la pandemia ha pasado
pero el virus no ha desaparecido. Ha perdido velocidad de contagio -qué menos,
después del confinamiento- y tal vez intensidad, pero sigue por ahí, al acecho.
El virus no ha dado señales de que vaya a desaparecer: estaremos con él por
mucho tiempo, probablemente un año o más. Por si alguien lo dudaba.
Lo único que yo tengo
claro es que la nueva normalidad no será normal ni nueva, en todo caso
diferente, puesto que la condición humana, para bien y para mal, seguirá siendo
la de siempre.
Jens Mortensen
En Zaragoza se han contabilizado
desde el inicio de la pandemia alrededor de 5.000 contagios de
Covid-19 y casi 700 fallecidos, unas cifras muy superiores a las que se
han registrado en Huesca y Teruel, que son provincias menos pobladas. Asimismo,
las personas de Zaragoza que se han curado de la enfermedad rondan las
2.500.
Y los abrazos…
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NO ABRACES con las mejillas juntas, mirando a la misma dirección.
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✔️
ABRAZA mirando en direcciones opuestas
Eleni Kalorkoti
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❌
NO ABRACES cara a cara.
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“Vulnerant
omnes, ultima necat”
Todas
hieren, la última mata.
Mala suerte lo del virus, como
tantas cosas en la vida. Por si alguien lo dudaba, esta pandemia ha confirmado
que estamos a la merced de fuerzas que no controlamos, por ejemplo, todos nos
morimos.
Esto
escribió Julio Cortázar: “Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño
infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente
un reloj, que los cumplas muy felices, y esperamos que te dure porque es de
buena marca, suizo con ancora de rubíes (…) Te regalan —no lo saben, lo
terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de
ti mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo
con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca”.
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