El desconfinamiento se abre paso
(si todo va bien,
claro)
Vincent J. Musi
El sábado por la
mañana, al despertarme, encontré que el reloj se había parado. Di cuerda a los
dos orificios y apunté en un papelito que eran las nueve de la mañana del
sábado, luego cerré la puertecilla de madera y cristal. Él sigue a su aire,
marcando las medias en las horas; y en las medias, lo que le viene en gana. No
se lo reprocho. Hemos llegado a un pacto de silencio: “con que sigas con tu
vaivén, para mí es suficiente. No me importa lo que señales”. Como para decirle
que hoy necesitaba saber la hora correcta...
Roman G. Aguilera
Pedro Salinas
Cristina García Rodero
que se paren los labios,
que las voces no digan
ya más: «Te quiero» ¡Que
un gran silencio reine,
una quietud redonda,
y se evite el desastre
que unos labios buscándose
traerían a esta suma
de aciertos que es la tierra!
ya más: «Te quiero» ¡Que
un gran silencio reine,
una quietud redonda,
y se evite el desastre
que unos labios buscándose
traerían a esta suma
de aciertos que es la tierra!
Que apenas la
mirada,
lo que hay más inocente
en el cuerpo del hombre,
se quede conservándole
al amor su futuro,
en esa leve estrella
que los ojos albergan
y que por ser tan pura
no puede romper nada.
lo que hay más inocente
en el cuerpo del hombre,
se quede conservándole
al amor su futuro,
en esa leve estrella
que los ojos albergan
y que por ser tan pura
no puede romper nada.
Tan débil está el
mundo
-cendales o cristales- que
hay que moverse en él
como en las ilusiones,
donde un amor se puede
morir si hacemos ruido.
-cendales o cristales- que
hay que moverse en él
como en las ilusiones,
donde un amor se puede
morir si hacemos ruido.
Solo
una trémula espera,
un respirar secreto,
una fe sin señales,
van a poder salvar
hoy,
la gran fragilidad
de este mundo.
una trémula espera,
un respirar secreto,
una fe sin señales,
van a poder salvar
hoy,
la gran fragilidad
de este mundo.
Y la nuestra.
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