“Días en blanco”
los poemas inéditos de José Luis Sampedro
Este será mi
premio y mi victoria.
Que una tarde, al
leerme,
necesites buscar
entre las páginas,
una rosa olvidada,
que no existe.
Y al no
encontrarla, silenciosamente,
te asomes
angustiado a la ciudad,
y veas, por vez primera,
que el acero y los
hombres son ceniza.
Que la brisa es un
río de palabras marchitas.
Que siempre que se
mira bien el mundo
se asiste al
acabar de alguna cosa.
Y que, a pesar de
todo,
muy en el fondo,
inexplicablemente,
es hermoso ser
hombre hacia la muerte.
Hoy, 5 de marzo,
llega a las librerías Días en blanco, los versos, hasta ahora inéditos, escritos
desde el comienzo de la Guerra Civil hasta bien entrados los años ochenta. “Sabíamos
que fue un novelista extraordinario, un prestigioso economista e intelectual, y
ahora, gracias a este libro, descubriremos que también fue un magnífico poeta”,
señalan desde la editorial.
“Seis años después, cuando ya creíamos
haber ordenado, indexado y digitalizado todo ese legado, hoy depositado en
la BNE, aparecieron unas cajas de aspecto inequívocamente destinado a acabar en
la basura”, recuerda su viuda, Olga Lucas. “Finalmente un día las abrí. Dentro
de una de ellas había otra caja más pequeña rotulada de su puño y letra con la
palabra POESÍA. Y dentro de esa, un cuaderno antiquísimo y muchas hojas, unas
manuscritas, otras mecanografiadas, todas ellas con abundancia de ácaros", explica Olga.
“Personalmente
creo que tenía razón en considerarse mucho mejor novelista que poeta y que
probablemente fue un acierto por su parte rechazar la propuesta de su publicación
cuando ya era conocido y admirado. Sin embargo, siete años después de su
fallecimiento considero que debe ser compartida con los demás”, sostiene Olga
Lucas. (El Cultural)
El hombre nada más. Tan solo el hombre
El hombre nada más. Tan solo el hombre.
En el principio, el hombre. Y al acabar, el hombre.
Y entre principio y fin, la vida humana.
Este telón, y el hombre. Si acaso, otros telones
que son el embalaje de las vidas,
sus envolventes, su presentación;
pero que solo son papel y lienzo,
imágenes y falsas perspectivas,
ilusiones lejanas, fugaces impresiones,
de quita y pon, que suben y que bajan.
Si acaso esos telones que se cambian
y en medio de ellos, sí, la vida humana.
La vida humana, el hombre y su palabra,
y sus manos robustas o temblonas,
generosas o ávidas, sus manos.
El hombre y su mirada y sus sentidos.
El hombre y sus dos pies sobre la tierra.
El hombre y sus acciones; y su frente
pensativa y secreta y su silencio.
El hombre y sus lamentos y su risa.
El hombre en el desierto de su mundo.
El hombre en fin: LA SOLEDAD DEL HOMBRE.En el principio, el hombre. Y al acabar, el hombre.
Y entre principio y fin, la vida humana.
Este telón, y el hombre. Si acaso, otros telones
que son el embalaje de las vidas,
sus envolventes, su presentación;
pero que solo son papel y lienzo,
imágenes y falsas perspectivas,
ilusiones lejanas, fugaces impresiones,
de quita y pon, que suben y que bajan.
Si acaso esos telones que se cambian
y en medio de ellos, sí, la vida humana.
La vida humana, el hombre y su palabra,
y sus manos robustas o temblonas,
generosas o ávidas, sus manos.
El hombre y su mirada y sus sentidos.
El hombre y sus dos pies sobre la tierra.
El hombre y sus acciones; y su frente
pensativa y secreta y su silencio.
El hombre y sus lamentos y su risa.
El hombre en el desierto de su mundo.
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