Francisco Brines,
Premio Cervantes 2020
Fundación FB
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El jurado se lo ha otorgado por “su
obra poética que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo
espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad. Es el poeta
intimista de la generación del 50 que más ha ahondado en la experiencia del
ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo y la exaltación
vital. Francisco Brines es uno de los maestros de la poesía española actual y
su magisterio es reconocido por todas las generaciones que le suceden”.
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El poeta Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) ha sido galardonado con el Premio
Cervantes 2020. “Me voy amando mucho la vida. Me ha dado tristezas,
pero también una vocación”. Toda su preocupación poética se ha centrado en el
paso del tiempo. “Toda mi poesía gira en torno a las preguntas que me hago
desde la reflexión o el asombro ante la vida. Pero con el paso de los años,
estas preguntas tienen respuestas distintas o matizadas, según la edad y las
circunstancias que me han sobrevenido”.
Carlos Marzal en
un homenaje a Brines en 2013, decía: “la figura de Brines trasciende la poesía, para
muchos de mis coetáneos es un padre, un amigo, un cómplice y, desde luego, un
poeta maestro. Y es que desempeña un papel capital en nuestras letras y es uno
de los autores fundamentales desde el principio, y en la tradición de la
poesía española está a la altura de los mejores, de los modernos, de la
poesía del 98 y de la generación del 27”. El Cultural
Mònica Torres
El otoño
de las rosas
Vives ya en la estación del tiempo
rezagado:
lo has llamado el otoño de las rosas.
Aspíralas y enciéndete. Y escucha
cuando el cielo se apague, el silencio del mundo.
Epitafio romano
“No fui nada, y
ahora nada soy.
Pero tú, que aún existes, bebe, goza
de la vida…, y luego ven”.
Eres un buen
amigo.
Ya sé que hablas en serio, porque la amable piedra
la dictaste con vida: no es tuyo el privilegio,
ni de nadie,
poder decir si es bueno o malo
llegar ahí.
Quien lea, debe
saber que el tuyo
también es mi epitafio. Valgan tópicas frases
por tópicas cenizas.
Su primer libro, Las brasas, apareció en 1959 y con él ganó el premio Adonais.
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El otoño de las rosas (1986), uno de sus libros más conocidos.
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El porqué de las palabras
No tuve amor a las
palabras;
si las usé con desnudez, si sufrí en esa busca,
fue por necesidad de no perder la vida,
y envejecer con algo de memoria
y alguna claridad.
Así uní las
palabras para quemar la noche,
hacer un falso día hermoso,
y pude conocer que era la soledad el centro de este mundo.
Y sólo atesoré miseria,
suspendido el placer para experimentar una desdicha nueva,
besé en todos los labios posada la ceniza,
y fui capaz de amar la cobardía porque era fiel y era digna
del hombre.
Hay en mi tosca
taza un divino licor
que apuro y que renuevo;
desasosiega, y es
remordimiento;
tengo por concubina a la virtud.
No tuve amor a las palabras,
¿cómo tener amor a vagos signos
cuyo desvelamiento era tan sólo
despertar la piedad del hombre para consigo mismo?
En el aprendizaje
del oficio se logran resultados:
llegué a saber que era idéntico el peso del acto que resulta de
lenta reflexión y el gratuito,
y es fácil desprenderse de la vida, o no estimarla,
pues es en la desdicha tan valiosa como en la misma dicha.
Debí amar las
palabras;
por ellas comparé, con cualquier dimensión del mundo externo:
el mar, el firmamento,
un goce o un dolor que al instante morían;
y en ellas alcancé la raíz tenebrosa de la vida.
Cree el hombre que nada es superior al hombre mismo:
ni la mayor miseria, ni la mayor grandeza de los mundos,
pues todo lo contiene su deseo.
Las palabras
separan de las cosas
la luz que cae en ellas y la cáscara extinta,
y recogen los velos de la sombra
en la noche y los huecos;
mas no supieron separar la lágrima y la risa,
pues eran una sola verdad,
y valieron igual sonrisa, indiferencia.
Todo son gestos, muertes, son residuos.
Mirad al sigiloso
ladrón de las palabras,
repta en la noche fosca,
abre su boca seca, y está mudo.